Presentación De Los Libros De Alberto Mayol - No Al Lucro Y El Derrumbe Del Modelo, por Luis Corvalán Marquez





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PRESENTACIÓN DE LOS LIBROS DE ALBERTO MAYOL “NO AL LUCRO” Y “EL DERRUMBE DEL MODELO”, EN EL INSTITUTO DE HISTORIA  Y CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO

(Lunes 13 de agosto de 2012)

                                         Luis Corvalán Marquez

Estamos en presencia de dos libros muy relevantes y muy expresivos de un momento histórico. A mi juicio, este momento se caracteriza  por la emergencia de un cierto cuestionamiento de los esquemas neoliberales existentes en el país,  llevada a cabo por el movimiento estudiantil.

 Este neoliberalismo a mi juicio tiene como supuesto  el incotrapesado predominio de los grandes grupos económicos, que son los que financian al grueso de  la clase política y controlan el conjunto del Estado,  los medios de comunicación y la gran mayoría de las instituciones encargadas de la producción de ideas.La otra cara de esta realidad esta constituida por la anulación de la ciudadanía real, entre otras cosas, -como lo dice Mayol-, mediante la despolitización y –agreguemos- la ignorancia que reina en el país,estimulada por los medios. No en  vano la farándula lo inunda todo con su función embrutecedora de las clases subalternas.

 Lo señalado constituye una verdadera condición de posibilidad del neoliberalismo. En efecto, este en democracia, y con una población culta y politizada, dificilmente sería posible. En tal sentido, no son casualidad los afanes despolitizadores que emanan desde el poder y de sus recursos mediáticos, ni su indiferencia ante la mala calidad de la educación. No por nada el neoliberalismo se instauró en condiciones de terrorismo de Estado.

Este  neoliberalismo, -a partir de 1990 consolidado mediante el apoyo que le brindara la clase política antes de centro izquierda-,  es el que el 2011 empezó a ser significativamente cuestionado por el movimiento estudiantil. Ello en la medida en que los estudiantes fueron capaces de interpelar al conjunto de la sociedad. No quiero decir que sólo el 2011 el neoliberalismo haya comenzado a ser cuestionado. No. En realidad  lo ha sido desde que se instauró, pero no con el eco alcanzado el 2011.

Es bajo estos supuestos que pretendo  adentrarme en el tema  que hoy nos reune. Es decir, la publicación de los dos libros de AlbertoMayol: No al lucro y El derrumbe del modelo. Mi hipótesis sostiene que la relevancia de estos libros radica en que representan  la faceta intelectual de la protesta social desatada el 2011.Tal cosa es lo que a mi juicio encarna Alberto Mayol. Dicho de otro modo, él parece constituir  una especie de intelectual orgánico, en sentido gramciano, del movimiento social verificado ese año.No el único, por cierto, pero uno de los más destacados.

Es en tal rol que los libros que escribiera, y que hoy se presentan aquí, desenmascaran al modelo neoliberal y a la clase a cuyos intereses este sirve. Desde tal perspectiva es que Mayol habla de “los grupos económicos”, o de las “elites empresariales”, a las que, por mi parte, conceptúo como una oligarquía plutocrática que, por otro lado, se halla estrechamente ligada a la globalización neoliberal de las ETN y de los Estados que le dan a ésta un paragua político y militar.

La tesis central de ambos libros de Mayol sostiene que en Chile el modelo neoliberal, y por tanto, el dominio de las elites del gran empresariado, tiene como premisa la despolitización general, y  la destrucción de la sociedad con su reemplazo por la lucha darwiniana de todos contra todos, ligados sólo por el mercado, bajo un Estado que no tiene como verdadera finalidad sino hacer posible la máxima rentabilización  del capital –“el lucro”-  (cuya otra cara es el paternalismo y la caridad pública y privada respecto de las víctimas más pobres de este orden de cosas).   

El otro aspecto de la tesis central de ambos libros sostiene que la protesta estudiantil del 2011, -en el marco del desprestigio de las instituciones que avalan el orden vigente-, al cuestionar el lucro repolitizó a la sociedad y, por lo tanto, destruyó las premisas de posibilidad del modelo. De ahora en adelante, en consecuencia, este ya no sería posible. Su derrumbe presentaría rasgos de irreversibilidad.

Mayol incluso, quizás metafóricamente, pone una fecha a la muerte del modelo: el 4 de agosto de 2011, con la quema del edificio de La Polar en Santiago en el marco de una manifestación prohibida por el régimen.No es menos cierto, agrega en la página 83, que esa muerte, producida en la mencionada fecha, ocurrió sólo “en el alma de los chilenos”. Sobre este punto volveré más adelante.

No es el propósito de esta presentación explicar cómo Mayol argumenta sus tesis. En lugar de ello creo que sería más provechoso recomendar calurosamente la lectura de ambos textos. Sin perjuicio de ello me limitaré a hacer un par de comentarios que me parece vienen al caso.

Primero debo decir que los textos de Mayol son altamente incisivos.Para usar un término náutico, ambos desguazan al modelo, muestran sus aspectos esenciales (“el lucro a cómo dé lugar y en todas partes), ponen en evidencia su inconmensurable carencia de propósitos elevados, su incurable inhumanidad, su bajeza ética, la insoportable  opresión de que es portador, la infinita hipocrecía de sus discursos y, en fin, su carácter esencialmente antidemocrático, alienador, obsceno  y violento. Cuestiones estas  que impudicamente oculta la ideología que le es inherente la cual se difunde a través de sus omnipresentes medios de comunicación.  Mayol desnuda la falsedad de esa ideología, subraya la funcionalidad opresiva de sus contenidos y, conjuntamente, la fáctica inviabilidad de las promesas que siembra.Todo esto de manera muy convincente.

Hay otra cuestión que  me parece pertinente observar. Se refiere al hecho de que Mayol, al llevar a cabo la tarea arriba mencionada, despliega un discurso cuyo leguaje es de considerable riqueza formal. En especial en su “No al lucro”. Tal cosa hace que su texto sea apasionante no solo por sus contenidos, sino también por la riqueza de sus recursos expresivos. Estos permiten  matices y sutilezas no exentas de ironía y sarcasmo, siempre manteniendo el rigor científico y una envidiable estética del discurso.  En este sentido, aunque todo lo fundamenta empíricamente mediante estadísticas y cuadros, su lenguaje a ratos parece el de un literato, el de una persona con una fuerte formación humanista, que seguramente tiene. El uso de la metáfora y el enunciado lapidario, la ironía que lo dice todo o casi todo, llega, en efecto,  a sorprender.

    De allí que, a cada paso, el lector de los libros de Mayol se encontrará con frases que parecen resumir páginas enteras. Y especialmente, que rompen en su base misma con el sentido común creado a lo largo de los años por la oligarquía plutocrática que, con la complicidad de sus intelectuales, controla a este país.

 En tal sentido, lo que emerge de los textos de Mayol es la evidencia de que no estamos frente al orden natural de las cosas sino ante una construcción deliberadamente diseñada la que, me atrevo a decir, ¡oh herejía! tiene un carácter rigurosamente clasista  y que es el resultado de los desenlaces de las luchas de clases que se verificaran en sepetiembre de 1973 en beneficio del gran capital y del imperialismo norteamericano, marcando la derrota de las clases subalternas que, culminando una lucha que venía de comienzos del siglo XX, pretendían asaltar el cielo.

De ese desenlace es que proviene el actual orden de cosas. También proviene de lo que sucedió inmediatamente después. Es decir, de los asesinatos masivos que el Estado por años llevó a cabo destruyendo física y orgánicamente a las organizaciones de las clases subalternas y su visión crítica del mundo y del capitalismo. Por eso es que existe una estrechísima conexión entre Pinochet, el Mamo Contreras, la DINA y la CNI, -con sus inconmensurables crímenes-, con los abusos de la Polar, la colusión de las farmacias, de las AFP, de las ISAPRES, y con el irreversible endeudamiento de la señora Juanita, víctima de la usura del retail y de la pésima educación de sus hijos consecuencia de la destrucción de la educación pública de relativa calidad que existía antes del triunfo de la oligarquía. Educación que había que destruir-al igual como la Universidad pública- para que así no hubiera grupos contestarios ni pensamiento alternativo a la dictadura del gran capital instaurada en 1973, ni conciencia de que esta existe.

Lo dicho significa que el modelo neoliberal, lejos de constituir el orden natural de las cosas, como se pretende hacer creer,  es el resultado de un esfuerzo –de hecho sin Dios ni ley- por construirlo.Como resultado de ese esfuerzo, -llevado a cabo por los elementos más oscuros de la sociedad chilena- fue que ese modelo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos sus poros. En consecuencia, el modelo neoliberal impuesto en Chile es un producto histórico –y no la materialización de un orden natural. Y, por lo mismo, está susjeto a su reeemplazo si los hombres que conforman la sociedad lo quieren así.

Este hecho, que queda claro en el texto de Mayol, no es reconocido por el grueso de la intelectualidad.Ni menos por la intelectualidad “progre” –hace treinta años atrás “revolucionaria” o “ultrarevolucionaria” y por entonces siempre dispuesta a criticar el “reformismo” del presidente Allende- intelectualidad que hoy es la más entregada a los poderes fácticos debido a que por su orígen mesocrático sus carreras profesionales dependen de quienes tienen el poder real tanto en lo político como en lo económico.

  Como es sabido, Gramsci conceptuó a los intelectuales  precisamente como funcionarios de la dominación. Ellos serían los organizadores de la representación del mundo dentro de la cual la dominación aparece como natural y, por tanto, legítima. Naturalizar el orden vigente: esa sería su papel, aparte de otras labores organizativas. Es interesante como, en su conocido libro La ciudad letrada, Angel Rama plantea la misma cuestión para América Latina. En él designa a los intelectuales con la palabra “letrados”, procediendo a estudiar  su rol desde la conquista en adelante. “En el centro de cada ciudad –dice al respecto- hubo una ciudad letrada que componía el anillo protector del poder y era el eje conductor de sus órdenes. Son religiosos, administradores y múltiples servidores intelectuales.” Unas páginas más adelante agrega: “los letrados son la clase más leal a la corona, más devota que las órdenes religiosas y aún que la Iglesia.” [1]

Sin perjuicio de esto, nos equivocaríamos si absolutizáramos esta función y si no reconociéramos la heterogeneidad  que se verifica al interior del mundo intelectual. Como lo reconoce el mismo Rama: “si la ciudad letrada (o sea, los intelectuales) organiza las técnicas para obtener la sumisión, de ella también provienen los proveedores de alternativas.”[2]

   Pues bien, a través de sus libros Mayol no es de los intelectuales que organizan la sumisión, sino de que los que,-siendo por el momento minoría- contribuyen a proveer las alternativas, siempre en estrecha dependencia con los sujetos sociales que activamente se movilizan en contra de la dominación en curso. A mi juicio, ese es uno de sus méritos más grandes. Los libros que hoy se presentan sirven, en efecto,  a los propósitos de desmontar esa dominación. Tal es su funcionalidad política, -de la política que Mayol reivindica-, funcionalidad que, por otro lado, este lleva a cabo desde una impecable lógica científica.

        Debo en todo caso decir que, sin perjuicio de reconocer los méritos de los libros que se presentan hoy  existe un aspecto de la tesis central que postulan que no comparto. Es la que sostiene que en agosto de 2011 murió el modelo. Por mi parte, creo que no es así. Ha pasado un año y  las AFP, las ISAPRES y la mercantilización de la salud, de la educación, el control del país por cinco grandes grupos económicos, y por las ETN, que son dueñas de todo lo que no pertenece a  la oligarquía, el binominal, como así mismo la clase política financiada por los grandes negocios,etc, siguen en pie, practicamente intactas.  

Ha habido cambios, por cierto, especialmente en la consciencia de amplios sectores ciudadanos, cuestión que sin duda afecta la legitimidad del modelo. Pero no constituyen todavía su fin, el cual, a mi juicio, no será facil ni a corto plazo pues los intereses involucrados, nacionales e internacionales, son enormes y se valdrán de todos los medios posibles para defenderse.

 El fin del modelo, por otra parte, sólo será posible, entre otras cosas, si se produce una  articulación entre el movimiento social contestatario y la política. Es decir, ese fin está sujeto a la constitución de un correlato propiamente político de la protesta social y del movimentismo que la impulsa. Este último, absolutizado, a la larga terminaría constituyendo  una especie de corriente meramente gremial que por sí misma no podrá hoy, como nunca pudo en el pasado, transformar la sociedad. Más aún, siempre el gremialismo fue una fórmula conservadora impulsada por las fuerzas retardatarias en contra de la politización, que esas fuerzas conceptuaron como patrimonio exclusivamente propio y no del pueblo.Por eso comparto  la reivindicación de la política que hace Mayol. Y, claro está, decir política equivale a decir organizaciones políticas propiamente dichas y preocupación por el Estado.

Es probable que la afirmación de Mayol en orden a que el modelo murió con la repolitización de la sociedad no haya que entenderla tan literalmente. Me hace pensar así la afirmación que él hace un poco más abajo cuando sostiene que el modelo murió “en el alma de los chilenos”.No dice, por tanto, que murió en la realidad material, cosa que en todo caso nos podrá aclarar ahora.

Digamos para finalizar que, como sea, estamos en presencia de dos textos muy potentes, que seguramente marcarán época, y que el aparato comunicacional de la oligarquía dominante tratará de acallar. Esa es otra razón para recomendar calurosamente su lectura.

                                                            Luis Corvalán Marquez








[1] Angel Rama, La ciudad letrada, Tajamar editores, Santiago, 2004, p.14.
[2] Angel Rama, op. cit, p.22.

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